Por Marcela González Marcos

“¿Acaso no ha sido así en todas las guerras?”. Y continuó: “Lo que distingue a esta batalla de otras guerras de la historia, es que esta vez las mujeres no son las heroínas secretas, sino la fuerza que enarbola la bandera de la victoria en el mismo frente. No son el secreto detrás del éxito, sino el éxito mismo. Son el color más bello de la vida en esta guerra cruel y dentro del dolor experimentado. Incluso si se desata un infierno, van contra el enemigo llenos de entusiasmo, sabiendo que incluso un minuto de desesperación nos hará perder”.

Del diario de una combatiente. Unidades de Mujeres Libres (YJA Star) de Avashin, en Bashur (Kurdistán iraquí).

Kurdistán

El pueblo kurdo, con alrededor de 30 millones de habitantes, es una de las principales minorías étnicas de Medio Oriente que ha carecido siempre de un Estado Nación propio. Sufre una brutal persecución, opresión y camino a un genocidio por parte de su principal opresor: Turquía.

Descendientes de los antiguos medos (imperio asiático que ocupó la región entre el mar Caspio y los ríos de Mesopotamia), pueblo de origen indoeuropeo del grupo iranio, su historia es el resultado de un fuerte proceso de colonización, producto de un conflicto geopolítico que perdura hasta nuestros días, y en donde las fronteras luego de la I Guerra Mundial (1920), dejaron a la deriva personas, cultura y territorio.

Disputado por los antiguos imperios Otomano y Persa (S XVIII), los kurdos acabaron alineándose con los primeros, con la promesa de recibir la independencia de su tierra: Kurdistán. La oficialización sería mediante el Tratado de Sevrest en 1920, siendo la recompensa al pueblo kurdo por su apoyo en la contienda. Sin embargo, este tratado nunca se ratificó y en 1923 fue sustituido por el Tratado de Lausana, el cual omitía dicho compromiso, y beneficiaba a los antiguos aliados del Reino Unido y Francia.

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Así, los kurdos fueron divididos entre Turquía, Irak, Irán, Siria y Armenia, comenzando una fuerte intolerancia hacia esta minoría en Turquía, negando y prohibiendo su lengua, y dando lugar a diversas revueltas kurdas durante el siglo XX. Esta vulneración constante de derechos hizo que el movimiento de liberación kurdo se fortaleciera con el PKK (Partido de los Trabajadores Kurdos), fundado en 1978 por Abdullah Öcalan, y que aún hoy es considerado como una organización terrorista por la Unión Europea y Estados Unidos.

Conflicto geopolítico

El territorio del Kurdistán se asienta sobre una importante reserva de recursos naturales, principalmente petróleo, que ha sido el mayor motivo para que las potencias europeas continúen en la región, mientras Turquía e Irak siguen atacando y negando su reclamada autonomía, que es casualmente donde se asienta la mayoría kurda y donde se extrae la casi totalidad de petróleo Iraquí.

Por otra parte, el Kurdistán histórico se extiende por las cuencas de los ríos Tigris y Éufrates, siendo estas, de antaño, importantes fuentes de reserva de agua, en una región que carece de las mismas. Con lo cual, los proyectos hidroeléctricos y de energía llevados a cabo en Anatolia (Turquía) son caldo de cultivo de un conflicto inminente, que a su vez llevan a Siria e Irak a reclamar ante el mismo, debido a la baja constante de nivel de agua de sus cuencas.

El Kurdistán Turco, con unas 15 millones de personas, es quizás el más perseguido, que sufre una represión sistemática por parte de Turquía, y se ubica donde se extrae la totalidad del petróleo Turco.

En Irak, los kurdos son unas cinco millones de personas, y del Kurdistán iraquí se extrae el 74% del petróleo de Irak. En Irán, los kurdos suman ocho millones de personas, y el petróleo que se extrae es el 20% de la producción Iraní. De la región kurda de Siria se extrae la totalidad del petróleo sirio, y viven un millón de kurdos. Entre Armenia y Azerbaiyán viven medio millón de personas.

En el Kurdistán Iraquí (Bashur), en 1961 Mustafá Barzani, líder del Partido Democrático Kurdo (PDK), protagonizó una rebelión que duró cinco años, hasta que los kurdos consiguieron constituir una región autónoma. Este acuerdo con el Gobierno iraquí se rompió en 1975, lo que desencadenaría una guerra de más de 15 años. Su linaje sigue hasta día de hoy gobernando en la región semiautónoma de Kurdistán iraquí (Bashur).

Posteriormente, en 1984,  el PKK inició en la región de Anatolia del Kurdistán turco, con 10.000 guerrilleros y más de 50.000 militantes activos, una guerra abierta contra el Gobierno turco por la independencia del Kurdistán, el conflicto armado supuso un total de 40.000 muertos y 3.000 pueblos kurdos destruidos hasta el año 1999.

En 1998, el Acuerdo de Adana confirmó la alianza turco-siria en la lucha contra la opresión de los pueblos, y a Öcalan no le quedó más remedio que salir del país. El líder del PKK fue detenido en febrero de 1999, y desde entonces, Abdullah Öcalan ha permanecido detenido y condenado a cadena perpetua en una prisión de alta seguridad en la pequeña isla turca de İmralı, situada en el mar de Mármara y cercana a Estambul. 

Durante sus primeros años en prisión, Öcalan se centró en la redacción de varios textos cuyo objetivo principal era dejar por escrito las nuevas líneas ideológicas del partido —otrora marxistas leninistas independentista— pero que ahora sumaría a sus tesis la “libertad de las mujeres, para así lograr la liberación de toda la humanidad”, como él sostiene.

En primer lugar, Öcalan renuncia a la creación de un Estado kurdo, y propone la línea de confederalismo democrático con mayor autonomía cultural y política. En 2002 ya con la llegada de Recep Erdogan al poder (Turquía), parte del PKK anunció el abandono de los antiguos ideales, y manifestó su voluntad de dejar atrás la lucha armada. Pero la tregua duró tan solo dos años.

Asimismo, la guerra en Siria (2011), donde Turquía y el pueblo kurdo tuvieron un rol fundamental, tuvo sus negativos impactos en los intentos de paz, principalmente en el año 2014, cuando el PKK acusa a Ankara de favorecer y apoyar a Dáesh (Estado Islámico), al cerrar sus fronteras frente al asedio de Kobane —norte de Siria— e impedir el paso de milicias kurdas en lucha contra Dáesh.

Ya en 2012, Bashar Al Asad comienza el abandono de sus tropas en las regiones al este del Éufrates, acorralado por los rebeldes yihadistas. Los kurdos buscan así la oportunidad de tejer redes para la organización de asambleas políticas en Rojava —occidente de Kurdistán sirio— que concentra numerosos recursos petrolíferos.

Dicha población comienza a organizarse en comunas y asambleas para la toma de decisiones, tomando la forma de un modelo social laboral de cooperativas. Hoy una de las regiones de resistencia más importantes en el pueblo kurdo.

En 2014, el Dáesh —como se conoce en árabe al Estado Islámico— se extiende a la provincia de Raqa, noreste de Siria, estableciendo un califato y controlando una población de 10 millones de personas.  Miles de refugiados kurdos huyen hacia Turquía, pero sin recibir apoyo para frenar a los yihadistas, ya que ve el proceso autónomo de Rojava, como una amenaza inminente.

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Y es aquí cuando las guerrilleras kurdas de Rojava aparecen en los portales internacionales, y reciben la ayuda de personas voluntarias de todo el mundo dispuestas a luchar por la autonomía de dicho territorio, siendo fiel a los mencionados fundamentos de libertad de Öcalan. Fueron las propias mujeres quienes lucharon y se levantaron en armas, resistiendo y defendiendo al pueblo kurdo, haciendo del feminismo su principal ideología. Con la igualdad de género y el empoderamiento de las mujeres que se hace cada vez más fuerte en varios aspectos. Tal es el caso que en Rojava todos los consejos cuentan con otro paralelo  formado por mujeres, los hechos punitivos y abusos sexuales son tratados por un cuerpo y tribunal formado exclusivamente por mujeres.

Sin embargo, vale mencionar que la participación de la mujer en la lucha comienza mucho antes, por aquellos años de 1980 luego de la fundación del PKK.


Michel Setboun, Rojhelat (Kurdistan Iraní), 1979

Potencias extranjeras

El papel, así como también la complicidad, de Rusia y Estados Unidos en este conflicto es clave para comprender la actualidad del pueblo kurdo y pensar reflexivamente en una posible salida.

El primero no quiere empeorar las buenas relaciones que conserva con Turquía, y retira sus tropas en Afrin, ciudad que desde 2018 Turquía bombardea, y expulsa a los kurdos de la mayor parte de dicha ciudad, lo que otorga a Turquía el control. La ocupación ilegal en Afrin (rica en producción de oliva) ha provocado el desplazamiento de 300000 personas, además de secuestros, asesinatos, torturas y violaciones hacia mujeres kurdas, en colaboración con países como Qatar y Kuwait, para la construcción de asentamientos con el objetivo de lograr un cambio demográfico en Afrin, instalando población turca y árabe en las aldeas yazidíes (minoría religiosa Kurda). Lo que sucede en Afrin es un saqueo constante mediante la tala de olivos y confiscación de aceitunas y aceite, por parte de Turquía, y un genocidio cultural, estableciendo colonias en reemplazo de la población kurda.

Por otro lado, Estados Unidos, quien ha sostenido un elocuente apoyo al pueblo kurdo, para lograr así un control de los ansiados recursos, en 2019 retiró sus tropas de Siria, en la lucha contra Daesh, por considerar que el mismo había sido derrotado, y que por lo tanto ya no era necesaria su presencia allí. Dando lugar al avance inminente de Turquía en el Kurdistán sirio.

Lo cierto es que Turquía sigue bombardeando el territorio kurdo, como ocurrió en el pasado mes de junio en el campo de refugiados administrado por la ONU, y saqueando bienes comunes a través de grupos extremistas, dejando en evidencia la complicidad de las potencias mundiales ante la masacre del pueblo kurdo.

La Delegación de Paz pidió que las potencias mundiales estén “impulsadas por la moralidad, no por la geoestrategia”, y demandaron el fin del “proyecto expansionista neo-otomano en todo el Medio Oriente y el Mediterráneo oriental”.

Es elocuente que el lema del “divide y reinarás” es totalmente aplicable al colonialismo kurdo, y entra perfectamente en su análisis. Luego de la caída del Imperio Otomano, la división del territorio tuvo como objetivo principal el control de bienes comunes. La violencia, la usurpación y la colonización han sido el camino para lograrlo.

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Ante esta continua usurpación, el pueblo kurdo ha logrado ciertos avances y autonomía a lo largo de la historia, pero que en su mayoría han sido con apoyo de potencias extranjeras como es el caso de Estados Unidos, quien tiene un nítido interés en el territorio, por lo que mantiene su ayuda a la lucha kurda, pero a medias, ya que el PKK sigue siendo a la vista extranjera, un grupo terrorista. Entonces, ¿es genuino realmente ese apoyo?

Los reclamos no son los mismos en todo el territorio, no es la misma situación kurda en Irak que en Turquía, sin embargo han tratado de mantener similares objetivos, y cierta unión a la hora de enfrentar su despojo, vejación y genocidio, incluyendo también otros pueblos no kurdos como los asirios, armenios, y árabes. Pero, tristemente, siguen siendo divididos por milicias extremistas, que responden al principal opresor Turquía y financiadas por potencias externas, logrando así, no sólo la invasión al territorio sino también el conflicto entre los mismos kurdos.

Vale reflexionar también, la importancia del PKK y los cambios que ha tenido a través de los años, siendo ahora su objetivo un confederalismo de autonomía democrática en las 4 regiones, acompañado de unión y empatía, con un protagonismo relevante de las mujeres como principio indudable para la verdadera liberación, lo que lo hace también un tanto difícil, considerando las estructuras y mecanismos de los Estados-Nación, que responden a un cierto establishment en la política y economía mundial, con tintes represivos y opresores hacia las minorías.

En caso de que dicha autonomía se lograra, dejaría bajo el control del pueblo kurdo las principales y mayores reservas de agua, petróleo y campos de cereales de medio oriente. Esto alteraría por completo el panorama en esta zona, yendo en contra de un modelo capitalista aberrante y dominante, y enarbolando más bien su bandera de cooperación, reparto y convivencia pacífica entre los pueblos.

Referencias:

kurdistanamericalatina.org

elordenmundial.com