Por Vanessa Dourado 

Falta muy poco para la definición de las elecciones en Argentina. Durante ese período de sorpresas con el ascenso de la extrema derecha, el candidato que sacó el mayor porcentaje de votos en las PASO amenaza con derogar la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo, una victoria histórica de los feminismos en protección a la vida de las personas con capacidad de gestar y del derecho —y libertad—  a decidir sobre sus propios cuerpos. 

La Ley también garantiza la autonomía de las personas, de forma que saca el Estado y la Iglesia del lugar de impositores —legales y morales— sobre cuerpos y existencias. Así se evita la muerte de las personas embarazadas debido a procedimientos mal logrados que en su mayoría eran realizados por quienes no tenían condiciones financieras para acceder a métodos más seguros. Es notorio que la criminalización del aborto siempre fue, de hecho la criminalización de la pobreza. 

A pesar de que muchos de los discursos de esa fuerza política han reivindicado la libertad, su postura contraria a la libertad de los cuerpos es una contradicción y una muestra de cómo los movimientos y colectivos feministas serán atacados en el caso de su victoria electoral. 

Frente a la  amenaza, los feminismos han dado debates sobre cómo responder a esa fuerza, pero también al conjunto de la sociedad —patriarcal en su estructura y en parte resentida por la legalización del aborto y la implementación del ESI— que valida y refuerza las narrativas antiderechos y antifeministas. 

Tras varias asambleas abiertas y con la amplia participación de diversos sectores sociales y políticos, el 28 de septiembre, Día por la despenalización del Aborto en América Latina y el Caribe, se convoca a una marcha desde Plaza de Mayo hacía el Congreso en Buenos Aires  contra la extrema derecha y su agenda regresiva, y el ajuste que precariza y vulnera el acceso a los derechos básicos —como a la alimentación y la vivienda—, sobre todo a los sectores más empobrecidos de la sociedad. 

 La expectativa es sensibilizar y alertar por la pérdida de los derechos ya conquistados, pero también marcar una posición firme desde los feminismos en la agenda de propuestas y de políticas públicas. La actual crisis económica y social afecta de forma diferenciada a las personas que se encargan de las tareas de cuidado, que buscan formas de cubrir las necesidades básicas de los hogares. Más allá de esto, la precarización laboral y la feminización de la pobreza evidencian que todavía falta voluntad política para resolver las problemáticas que mantienen la desigualdad de género, raza y clase. 

El llamado colectivo fue construido con mucho esfuerzo y buscó poner en diálogo las diferentes lecturas políticas de los grupos que participaron en su conformación. Reivindica la unidad en la diversidad, marca la necesidad de diálogo y humanización de los discursos, alerta por la tendencia del ascenso de las derechas con rasgos neofacistas y hace un apelo a la ética feminista de la sostenibilidad de la vida y del fortalecimiento de las redes de solidaridad y contención. Porque la libertad no se pide, se ejerce. 

Más informaciones en las redes de Ni Una Menos y de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito.