Mujeres de la tierra conforman una red de trabajadoras rurales de crecimiento incipiente. Allpa Warmi, un vivero de plantas nativas,  es parte de un proyecto que busca ampliar y recuperar nuestra flora y fauna autóctonas con agroecología y autogestión

Por Miriam Djeordjian y Vivian Palmbaum 

Cerquita de La Plata, en la localidad de Pereyra, florece un pequeño espacio símbolo de la lucha por los derechos de las mujeres. Se llama Allpa Warmi (en quechua) o Mujeres de la Tierra, una iniciativa de crecimiento incipiente que se inauguró apenas hace unos meses,  el 26 de septiembre de 2022. Un territorio de producción que incluye al vivero de plantas nativas que crece y florece, casi al lado del Parque Nacional Pereyra Iraola. Enclavado en un lugar silvestre, rodeado de quintas y chacras donde se multiplican las iniciativas para gestionar la vida. 

Ileana, integrante de la organización, nos recibe acompañada de su pequeño Messi que hace rodar la pelota orgulloso con la diez  y sus tres estrellas. Las plantas nativas son las originarias del lugar, que solo han sido alcanzadas por manos humanas para conservarlas y multiplicarlas.  Su función es muy importante porque desarrollan relaciones muy cercanas con la fauna que las acompañan y así estas interacciones son las que componen el equilibrio de un ecosistema sano, donde cada especie cumple un rol. 

Nuestra guía nos invita a recorrer el lugar mientras un chivito nos saluda balando y las gallinas se agolpan con la esperanza de ser liberadas. Más allá otro chivo nos mira en silencio y a un costado el espacio de compostaje de materia orgánica que espera pronto convertirse en bocashi

La biodiversidad está garantizada con la presencia de mariposas, abejas, avispas, aves diversas que polinizan y facilitan la reproducción. En los alrededores distintos sectores de plantas-madre para que sus semillas continúen el ciclo de vida. Al fondo, una parcela se halla a la espera de empezar a componer el monte nativo, reservorio para la réplica de las futuras generaciones de especies. 

En el invernáculo, Ileana nos muestra cómo se reproducen por esquejes y semillas, las diferentes especies arbóreas como fumo bravo, ñangapirí, tala, aromos, sen de campo, y otras que atraen mariposas como chilcas y tasi.  Las aromáticas también tienen su lugar: salvias,  ajenjo, romero y las lavandas que se destacan junto a las abejas y otras mariposas que pueblan este otoño primaveral. 

Rosalía Pellegrini, que se suma a nuestro diálogo, nos introduce en el campo de las mujeres rurales, “hay compañeras que hace ocho años que vienen produciendo nativas y participando de la Red de Viveros de Nativas”. 

La Red de Mujeres Trabajadoras de la Tierra surge a partir del desprendimiento de la Unión de Trabajadores de la Tierra, donde Rosalía Pellegrini ocupaba la Secretaría de Géneros. Ella nos cuenta que la Red surge “debido a diferencias en cuanto a cómo la cuestión de género se visibiliza en la estructura política de la organización, por eso  nosotras decidimos dar un paso al costado y construir una organización rural de mujeres que no solo produce nativas sino que sigue la línea de agroecología, de empoderamiento de la situación económica, de las mujeres que están en la ruralidad y las capacitaciones de promotoras rurales de género. 

“Feminismo para liberar. Plantas para curar”

En Allpa warmi, a partir de los dones que da la tierra, las mujeres generan también sahumos, tinturas madres, cremas y ungüentos de manera autogestiva, para sustentar el proyecto y, al mismo tiempo que se sanan la Pachamama, ofrecen productos para cuidar y sanarnos.  

Allpa Warmi no está sola. Forma parte de varias redes y articulaciones, como la Red de Mujeres Productoras de Nativas y es integrante de Mujeres Trabajadoras de la Tierra, que reúne proyectos de mujeres agricultoras en la Provincia de Buenos Aires y otras incipientes iniciativas que se suman en distintas regiones del país. 

Mujeres Trabajadoras de la Tierra, nació del movimiento agroecológico y apunta a garantizar la vida y el cuidado de la tierra al mismo tiempo que procura una vida libre de violencias, con independencia económica, autonomía y respeto a la Madre Tierra. En marzo, participaron del 1° Congreso Nacional Por la Tierra, la Producción y Nuestra Casa Común.

Como una de las impulsoras de las Mujeres Trabajadoras de la Tierra, Rosalía nos cuenta que la organización nació con la intención de poner en evidencia que  “hay una nueva ruralidad protagonizada por las mujeres”, productoras de alimento, flores, plantas y biodiversidad y que hasta hace poco tiempo estaban invisibilizadas. Rosalía advierte que para ellas, un tema central es el acceso a la tierra para producir, pero que este “no es un tema de agenda en las políticas públicas de género”. 

Ampliando la idea de agroecología para la producción de alimentos, nos cuenta también que desde el sector impulsan como propuesta al Estado: el Programa de Forestación Popular y Producción de Nativas para la Biodiversidad, que busca sumar el cultivo de nativas, a las tareas que desarrollan compañeras y compañeros del programa Potenciar Trabajo. 

Con este programa, explica Pellegrini, se busca “incentivar que la agricultura familiar y la economía popular armen sus propios viveros de plantas nativas y reclamarle al Estado que compre las nativas a nuestro sector para poder recuperar lo que el Estado permitió que se desmonte”. De este modo se podrían plantar millones de árboles en territorios populares, tanto rurales como urbanos. Agrega “lo estamos articulando con distintas organizaciones y armando esta red de productoras y productores con distintas organizaciones”.

Hay mucho por sanar y reparar en la historia, en las relaciones, en los cuerpos y en los territorios. Y en muchos rincones, experiencias como estas ya lo están haciendo: la agroecología es la herramienta.