Por Vanessa Dourado 

El 4 de marzo se presenta el libro Agricultura, ciencia y poder, de la investigadora Carla Poth. La obra será lanzada en la Librería Interminable, a las 18:30 hs., y contará con la presencia de la autora quien brindará una charla sobre su proceso de investigación. 

El libro editado por la EdUNLU, que es resultado de la tesis de doctorado de Poth, trata de una temática que viene tomando cuerpo en los últimos 20 años en Argentina y en el mundo: el Modelo Biotecnológico Agrario (MBA). A pesar de que mucho se habla de la transformación en el proceso de producción agrícola, poco se sabe acerca de cómo esas nuevas tecnologías agrarias llegaron a lograr centralidad en el ámbito político y económico. 

El libro de Poth busca  develar ese proceso a través de un exhaustivo trabajo de investigación desde una perspectiva integral, que analiza las reformas, la reestructuración y la modificación de las dinámicas de producción agrarias y la producción de valor capitalista. 

Recordando a Aldous Huxley en su obra Un mundo feliz (1931), la investigadora pone en perspectiva las preocupaciones del autor sobre lo que vendría a ser un mundo guiado por la ciencia y la tecnología, y concentrado en las manos de una élite con el objetivo de controlar la sociedad. 

La reconstrucción histórica realizada por la autora, evidencia un proceso de producción- expropiación- apropiación de conocimiento que, en un determinado momento, se constituye como valor de mercado y es re-apropiado por el trabajo. Es decir, un momento en que la producción de conocimiento pasa a ser fundamental para el proceso de producción agraria.

A lo largo de la investigación, Carla detalla la conformación del CONABIA (Comisión Nacional Asesora de Biotecnología Agropecuaria) y su vínculo con el Modelo Biotecnológico Agrario argentino, y cómo esa estructura institucionalizada genera las condiciones para el despliegue de políticas que responden a los grupos de interés relacionados a la producción de semillas genéticamente modificadas y el paquete tecnológico necesario para su implementación. Todo eso a través de la construcción de un ideario de ciencia y tecnología supuestamente neutral. 

Mediante entrevista a funcionarios de este organismo estatal y del análisis del proceso de formación de su equipo de trabajo, se observa la intencionalidad de la Comisión en crear una determinada concepción de ciencia, tecnología y biotecnología,de plasmar una percepción sesgada sobre los mercados alimentarios y de actuar políticamente en su favor. 

Remontando la época de la Revolución Verde, el estudio demuestra cómo el mecanismo de institucionalización de las tecnologías agrarias responde a una estrategia política para contener las revoluciones sociales de posguerra con el objetivo de pavimentar el camino para la acumulación de capitales en el mercado de futuros. 

A partir de ese marco, se observa una fuerte inversión en tecnologías, sobre todo en la producción de investigaciones para el mercado. Ese proceso, según la autora, hace que el proceso de investigación  científica genere valor, produciendo un conocimiento plausible de ser comprado y vendido. Esa mercantilización de la ciencia posibilita la consolidación de marcos jurídicos para la propiedad intelectual, que junto al secreto industrial generan las condiciones para la formación de monopolios.  

La construcción de una narrativa que separa la ciencia de los procesos socio-políticos es observada. La afirmación de que los riesgos que implica la producción agraria -a través del uso intensivo de agrotóxicos y de semillas genéticamente modificadas- denunciados por movimientos ambientales no tienen un marco científico que le los avale deslegitima la participación de la sociedad civil en las decisiones, y ésta queda desdeñada por ser considerada una mirada lega, presuntamente ajena la realidad concreta y carente de fundamentación científica.

El rol del Estado también es de alineamiento a la producción de lucro para los mercados sin los debidos estudios de impacto socio-ambiental y sin un análisis acerca de la dependencia que genera esa relación de subordinación a través del libre comercio. Además, a partir de la llegada de los gobiernos progresistas, también se observa la construcción de un discurso conciliador que busca apaciguar los movimientos en resistencia, sobre todo en los territorios afectados por las fumigaciones y por la destrucción de sus formas de vivir. 

Frente a esto, Carla plantea que la ciencia debe ser pensada en relación con la política y la economía desde una perspectiva emancipatoria que recupere la idea de trabajo como un proceso creativo de realización humana. Solo así se puede hacer frente al avance del capital sobre la vida humana y la naturaleza.