Opinión – Germán Romano

 

La masculinidad hegemónica es la que resalta los cánones y estereotipos de la sociedad respecto de lo que se espera de un varón cis en función de los roles asignados al género. Entre varias de las características que se podrían listar, vamos a mencionar algunos deberes que tiene que tener el varón: ser fuerte, reprimir su sensibilidad, ser un macho proveedor o tomador de decisión.

En el caso de las elecciones presidenciales en los EE.UU. y Brasil, quienes votaron mayoritariamente a los candidatos de las derechas fueron varones heterosexuales blancos. Los candidatos lograron el triunfo electoral con un discurso de odio a las minorías, a la comunidad LGBTTQI, la inmigración y todo lo que consideren por fuera de la construcción de la normalidad. Es interesante que lo varones no sabemos votar y queremos gobernar. En el espejo de uno mismo, el  varón blanco encuentra a Donald Trump y Jair Bolsonaro como sus iguales. En la masacre de 2019 en Christchurch, Nueva Zelanda, contra la comunidad islámica, el asesino* escribió en su manifiesto: “Soy un hombre blanco normal, de una familia normal, que decidió dar este paso para asegurar el futuro de mi pueblo”.

Todas las masacres de los últimos años fueron realizadas por varones blancos occidentales, sus armas –sinónimo social de poder- son una extensión de sus cuerpos. Hacen culto de estas máquinas de matar compartiendo imágenes en las redes sociales. En 2011 en un centro comercial holandés, Tristan van der Vlis de 24 años asesinó 6 personas con un rifle, era miembro de la asociación de tiro en su lugar de residencia.

En el manifiesto del asesino australiano de Christchurch menciona el nombre de otro varón blanco, Bissonette. Esta persona fue quien realizó una masacre en una mezquita de Quebec, Canadá, en 2017 asesinando a 6 personas e hiriendo a 19 más. Bissonette, se mostró siempre admirador de Trump.

En el año 2011 nuevamente un varón blanco asesinó a 77 personas en Noruega. Anders Braivik, generó una explosión en la ciudad de Oslo, y en la confusión que generó esta situación  se trasladó  a la isla de Utøya donde disfrazado de policía comenzó a disparar a la multitud reunida en el encuentro de la juventud del partido laborista noruego. Braivik es admirador del movimiento Tea Party de los EE.UU. incluso forma parte de un grupo similar en Noruega. En su manifiesto expresa su odio hacia el Islam y el movimiento feminista, ya que considera que se está en una “guerra de culturas”.

Podríamos continuar detallando las masacres de los últimos tiempos, llegando a la misma conclusión en todos los casos, son varones blancos heterosexuales, admiradores de movimientos de las extremas derechas, adoradores de las armas, con odio al islam, al movimiento feminista y un fuerte rechazo a la pérdida de privilegios. Que otro varones no tengamos este perfil no quiere decir que estemos indemnes frente a las prácticas habituales fascistas (machistas); debería ser una reafirmación para identificar ese varón en nosotros a desterrar. El patriarcado es un sistema basado en los privilegios, sostenido por el odio y la opresión; ¿cuáles de estas formas tenemos?

 

 

* No se mencionó el nombre de quien perpetró la masacre ya que Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda solicitó “Hablen de aquellos que perdimos en lugar de aquel que acabó con sus vidas”.