EDITORIAL

El 04 de junio, en la Argentina, se realizó una nueva marcha NiUnaMenos. El movimiento de mujeres que viene tomando fuerza en los últimos tres años es la más potente expresión de los reclamos feministas del siglo XXI en Latinoamérica, no sólo por la masividad de las marchas sino también, y especialmente,  por su inserción en los sectores populares.  Hay una comprensión –fruto de debates colectivos y asamblearios– de que existen distintas formas de opresión, dominación y discriminación; que el internacionalismo y el debate decolonial tienen que estar presentes. La construcción de las herramientas feministas que tienen intención de romper con el patriarcado en todas sus bases estructurales, baja a la realidad concreta traducida en el deseo de vivir en un mundo que sea de y para todxs.

El último 2 de junio, una mujer palestina fue asesinada por el Ejército israelí en el marco de la Gran Marcha del Retorno. Razan Al-Najjar, 21 años, era enfermera y estaba en el ejercicio de su función en Gaza –ayudando a las personas heridas–. El asesinato de Al-Najjar fue motivo de rechazo por parte de la comunidad internacional y de los organismos de DD.HH., la foto de Al-Najjar ha recorrido el mundo, potenciando la denuncia de la ocupación israelí y evidenciando que lo que pasa en Palestina no es un conflicto y sí un genocidio. Desde el encarcelamiento de Ahed Tamimi -una joven palestina de 17 años quien se enfrentó contra el Ejército israelí-, muchas mujeres en todo el mundo, llevan pancartas con su rostro con la frase “Luche como Ahed Tamimi” y también contribuye para que muchxs compañerxs puedan conocer la lucha aguerrida de las mujeres palestinas por la tierra y la autodeterminación de su pueblo que no se separa de la lucha contra el patriarcado y el colonialismo.

El asesinato de la consejala brasilera, negra y lesbiana, Marielle Franco, en Rio de Janeiro, también tuvo un grande impacto a nivel mundial, y hoy es una herramienta de lucha, sobretodo de las mujeres negras. Denuncian el racismo estructural y la banalización de la violencia sufrida por los cuerpos entendidos como asesinables por el Estado y también por el conjunto de la sociedad. Estos hechos sistemáticamente invisibilizan la existencia de estos cuerpos, contribuyendo a su marginalización y la reproducción de la discriminación racial propia del persistente colonialismo que nunca ha terminado. “Marielle Vive” es la consigna llevada por millares de compañerxs en todo el mundo con la promesa de seguir la lucha antirracista.

Abrazar las luchas de las compañeras que aún siguen en la pelea  por su existencia como personas es clave para hacer del movimiento feminista una salida superadora a las demás alternativas las cuales insisten en no llevar la cuestión de género como transversal para la construcción de un mundo sin opresiones. En este sentido, un cambio de paradigma es la salida para que no haya una reproducción de opresiones –incluso dentro del propio movimiento.

Hoy, es para celebrar que se avancen los debates y que se escuchen atentamente todas las voces, apostando al dialogo y la construcción conjunta donde todas las problemáticas puedan ser contempladas, respetadas por las demás. Pero que, y sobre todo, puedan tejer una bandera única de lucha, donde ninguna realidad sea olvidada y donde se comprenda la complejidad de la tarea puesta al movimiento feminista. Frente a esto, nosotras en Virginia Bolten nos preguntamos ¿es posible que la revolución feminista no sea interseccional?