Ollazas Libertarias: cocinar el fin del mundo

En el marco de la primera edición del Premio Adquisición de Artes Visuales 8M: despatriarcalizar el Patrimonio, se expone la obra Ollazas Libertarias, de la cocinera y artista plástica María Furnari.
El mundo acelerado en las demandas cotidianas, el tren desbordado en tiempos de pandemia, las noticias ya sin lectores para tantas palabras usadas y no necesariamente leídas o percibidas. La escucha necesita conexión. El ritual que convierte el tiempo en algo mucho más importante y humano es necesario, pero no es obvio. Debe propiciarse, decidir estar ahí, detenerse para moverse realmente.
Las máquinas pueden cocinar, pero nunca sabrán qué significa el aroma del budín de la abuela. Ni tampoco podrán construir las historias de las ollas públicas, ruidosas, solidarias, llenas de alimento y de esa esperanza que insiste en mirar hacia el horizonte en la búsqueda del camino que se va construyendo en el andar. No sabrán jamás, el placer que siente un cuerpo alimentado y el dolor del hambre. Tampoco pueden ver los ojos de gratitud de quienes reciben el alimento, amorosamente preparado para cuidar y satisfacer la necesidad más básica de la existencia.
Ollazas Libertarias son en sí mismas un encuentro de ritmos al paso de cada vivencia, una ritualización de espacios y tiempos, una lectura de sentimientos sin intención de traducirlos. Huellas dejadas por las semillas nómadas que convierten los saberes en fuente de vida, que nutren, a la vez que siguen enseñando a sobrevivir.

Sentir en colectivo, desear como forma de subvertir lo cristalizado, mover las ollas para generar sentido, llenándolas de imaginación. Visualizar el futuro a través de lo ancestral, hasta que se convierta en costumbre. Ollas en plazas de dignidad hablan por el sur del mundo, revolucionan, reinventan un existir urgente que, en cuerpo de Pacha, buscan parir posibilidades.
Las ollas de María Furnari son un libro de cuentos. Las rimas de un poema de autoras desconocidas. Un sinfín de cocinas alrededor del mundo, cuyo trabajo de alimentar nunca fue reconocido y que, sin embargo, nunca se dejaron cooptar por la lógica neoliberalizadora que repite una y otra vez: “no hay alternativa”. Son, asimismo, tapa del periódico del domingo, diciendo que las cacerolas se han despertado, pero que en lo íntimo gritan: “nunca estuvimos dormidas”.
Ollas que afectan, seducen, alimentan y ganan vida a cada mirada curiosa. En esa trama, ellas ganan un cuerpo complejo, abrigan y son acobijadas por cada recuerdo. Hacen sentir, desear, romper con el lugar común y ponen la vida en el centro de la escena.
El encuentro de ollas en una sola pieza remite a un cuerpo colectivo, construido por corporalidades de variadas formas, tamaños y experiencias que conservan su singularidad sin dejar de existir en complementariedad y reciprocidad con otras. Logrando ser, sostener, abrazar con su presencia, la legitimidad del encuentro comprometido de amorosidad.
El Altar de Deseos, como forma de ritualizar el encuentro, invita a una conexión con lo sensible, la memoria y la naturaleza. Desea que nos encantemos y nos interpela a hablar con el cuerpo, desafiandonos a usar la fuerza de los sentidos y a reinventar nuestro existir en ollas compartidas. A cocinar un fin del mundo abundante, libre y sabroso.
La obra de Furnari está expuesta hasta el 9 de marzo, en el Centro Cultural Kirchner, Sala Gran Lámpara, junto a más de noventa otras obras producidas por artistas mujeres cis, lesbianas, trans, travestis y personas no binarias.