“Lo-mató-la-policía. Lo-mató-la-policía. Lo-mató-la-policía, ¡y otra vez exigimos justicia!”
Por Editorial Virginia Bolten
Todo parece suceder casi al mismo tiempo; represión y muerte a distinta escala se suceden con frenesí. La sucesión de imágenes que se muestran sin pudor y sin respeto por la vida muestran una práctica de mercenarixs que están al servicio del mejor postor. Muy lejano de la ética que nosotras aprendemos, construimos -y seguimos construyendo-, la ética de sostener la vida y de crear condiciones para su reproducción.
Somos testigas de la impunidad y el asesinato en manos del Estado, los denunciamos hoy, pero sufrimos las consecuencias de esa necropolítica que atraviesa nuestras existencias todos los días como mujeres, lesbianas, trans, migrantes y empobrecidas.
Cuando una pibita muere asesinada en un barrio, nos da a ver que la única política dirigida a las infancias y adolescencias vulnerables es el punitivismo, en momentos en que son estos los sectores más afectados con la crisis sociopolítica que se profundiza sin que haya ninguna preocupación por el sostenimiento de un presente vivible que garantice un futuro para nuestres niñes.
El asesinato de un militante a manos de las fuerzas represivas del Estado muestra, como dice el tango: que “20 años no es nada”. Maximiliano Kosteki y Darío Santillán fusilados por las fuerzas de seguridad se hacen presentes. El escenario de palos y balas frente a la protesta se ve aún más dramático si pensamos que gran parte de la sociedad avala la política de austeridad, muerte y de quita de derechos básicos -llamados Derechos Humanos-, tomados por el enojo y la rabia, únicos sentimientos que hoy despierta la política, que no permite pensar más allá de la angustia cotidiana frente a la incertidumbre. Por otra parte demuestra que la criminalización de lxs que luchan está en la agenda del día de los partidos políticos mayoritarios.
Desde los medios se intentó criminalizar a la víctima, otra vez, como ya pasó con Maxi y Darío, donde en la mayoría de los casos cuando las víctimas son de los sectores populares, y es otra vez desde el periodismo comunitario y colectivo comprometido que, en este caso la foto reportera Susy Maresca[1], da cuenta de la barbarie policial, reclamando por la vida de Facundo, poniendo en evidencia la atrocidad y el crimen: “Lo-mató-la-policía. Lo-mató-la-policía. Lo-mató-la-policía. ¡y otra vez exigimos justicia!”
Crear enemigos entre los propios es una táctica para vaciar de sentido y de contenido político los legítimos reclamos que exigen la participación popular en la toma de decisiones sobre temas que les afectan directamente. Negar, criminalizar y punir a quiénes se manifiestan es la forma más fácil de debilitar la fuerza del pueblo organizado, y dejar el camino libre para imponer la voluntad de grupos económicos y político advenedizos que actúan en detrimento del bien común.
El asesinato de Facuando Molares es una demostración de los tiempos presentes y de los que vienen. Sin embargo el rechazo contundente de una parte importante de la sociedad que sabe que la seguridad no tiene nada que ver con la represión o con la policía, también marca una diferencia política y de sentido. Es una respuesta a quiénes piensan que al pueblo se le puede someter a través de la fuerza, balas, palos, hambre para sostener una deuda ilegítima.
Frente al avance represivo y la guerra virtual que nos quieren imponer, nosotras decimos: por nosotrxs, por todxs lxs que lucharon y en nombre de esa lucha perdieron sus vidas, y por todxs lxs que vendrán. ¡Ni un paso atrás!
[1] en este caso la foto reportera Susy Maresca
Galería de fotos por Marcos Sierras



