Efraín González Téllez

En agosto de 2018 una bomba MK 82, soltada por aviones de la coalición liderada por Arabia Saudí y Emiratos Árabes Unidos (EAU), arrancó la vida de 48 niños que se dirigían a su escuela. Este es uno de los innumerables casos en los que la población civil ha sido masacrada en medio de una guerra civil que inició en 2015, enfrentado a fuerzas del presidente interino Abd Rabbuh Mansur al-Hadi y a las fuerzas del movimiento hutí, que se convirtió con el tiempo en un conflicto de carácter internacional con la participación de una coalición de 9 países. Actualmente se libra sobre terreno una guerra que mezcla no solo las reivindicaciones de los actores nacionales, sino los intereses expansionistas de las casas reales de Riad y Dubai.

La sistemáticas violaciones al Derecho Internacional llevaron a que dentro del senado de los Estados Unidos se promoviera una moción para frenar la provisión de bombas para estos bombardeos indiscriminados, la cual fue vetada por el presidente Donald Trump. En medio de estas discusiones varios de los países de la coalición han buscado otros proveedores de armas, encontrando en la empresa estatal colombiana Indumil una de sus mejores opciones. Desde 2018 esta empresa provee a los Emiratos Árabes Unidos de bombas MK 81 de 250 libras de explosivos, MK 82 de 500 libras de explosivos y espoletas para bomba. Durante el 2019 fueron vendidas por contratos similares 3.000 bombas MK82 que costaron más de 38.000 millones de pesos.

La gravedad de estas ventas solo son un capítulo más del comercio militar que ese país ha mantenido con Colombia; durante el 2015 se documentó la presencia de colombianos contratados como mercenarios para el batallón que reúne a más de 1500 latinoamericanos, quienes fueron seleccionados según el New York Times por que los oficiales de Emiratos Árabes: “consideran a los colombianos mejor preparados para la batalla debido a las décadas que lucharon contra las FARC”. Lo que fue entonces contratos de mercenarios, con el tiempo se ha convertido en una política institucionalizada de cooperación entre los gobiernos.

Desde el 2019 se intensificaron las relaciones diplomáticas primero con el acuerdo de exención mutua de visa suscrito el 14 de marzo de 2019, que favorecerá que más mercenarios y profesionales lleguen a ese país, pasando por la visita del Ministro de Relaciones Exteriores de Colombia a EAU en noviembre de ese año, y consolidándose con la visita del Ministro de Economía de EAU a Colombia en febrero del 2020. Sin embargo, estas relaciones que se quieren presentar ahora como comerciales, en los números ratifican que son profundamente militares: de los cerca de 70.000 millones de pesos, que el Ministerio del Comercio ha informado se exportaron a ese país, ya describimos como más de la mitad son comercio de guerra.

En un intento de lavar su imagen criminal, el país asiático anunció la donación de 13 toneladas de insumos médicos para apoyar al gobierno colombiano en su lucha contra el Covid-19: sin embargo, lo que se presentó como un vuelo humanitario pronto se descubrió como una estrategia para contratar a más de 100 profesionales de la salud entre los que se encontraban médicos, enfermeras, bacteriólogas y otros. Aunque por dificultades burocráticas no pudieron embarcar, se espera que los y las profesionales viajen eventualmente.

En medio de esta estrategia, de presentar la relación como humanitaria, Indumil produce la bomba MK 83; esta tendrá un escandaloso poder de 1.000 libras y que seguramente está solicitada desde ya por el gobierno asiático. Finalmente, los planes expansionistas de Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudí sobre Yemen se mantienen intactos; prueba de esto son los ataques aéreos que esta coalición lanzó el pasado junio, en los que fueron asesinados al menos 4 niños según la coordinadora humanitaria para Yemen de las Naciones Unidas. De mantenerse las ventas de bombas MK de Bogotá a Dubai, seguirá la complicidad con el asesinato de niños y niñas que deberían poder llegar a sus escuelas a estudiar sin que sus buses sean bombardeados.