Camila Iglesias y Guillermo Martinez

En octubre de este año el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, participó de la reunión anual denominada Cumbre de Medios Cristianos que se realizó en Al Quds (Jerusalén), en la misma declaró: “No tenemos mejores amigos en el mundo que los evangélicos”. Esta expresión sumada a las de Gilad Erdan, quien es desde el 2015 Ministro de Seguridad Pública, Asuntos Estratégicos e Información (dependencia creada con la finalidad de perseguir a los activistas del movimiento BDS) este vinculo da cuenta de la importancia que tiene para de la extrema derecha israelí una alianza estratégica con esta iglesia.

Asimismo, Benjamín Netanyahu se encuentra capeando las críticas internas sobre los nexos internacionales de su gobierno y las denuncias por corrupción. El acercamiento de Netanyahu con el gobierno de Polonia, denunciado por antidemocrático, homofóbico y antijudío es difícil de digerir en Israel. Recientemente el gobierno polaco de PIS presentó un proyecto de ley para penalizar opiniones y comentarios respecto al rol que desempeñó Polonia en la persecución a la comunidad judía durante el nazismo.

El historial de acuerdos entre los países de la UE (Unión Europea) indica que fueron netamente comerciales, económicos, financieros y de libre circulación de personas. Los avances que están haciendo los mismos en materia de alianza militar tuvieron en los últimos dos años una aceleración que no se había visto en 40 años. Pero no todos los países de la UE están de acuerdo con esto. Los gobiernos nacionalistas de –Austria, Polonia, Hungría, como importantes referentes– firmes aliados de Israel, están intentando modificar la hegemonía de la decisión relativa a la política internacional dentro de la UE. Un ejemplo es el reconocimiento de estos países de Al Quds (Jerusalén) como capital de Israel desoyendo las múltiples resoluciones de la ONU. No obstante, la política de la UE ha sido siempre laxa en cuanto a la masacre del pueblo palestino y el régimen de apartheid israelí.

En la segunda vuelta electoral para la presidencia de Brasil, el candidato de extrema derecha Jair Bolsonaro, que obtuvo el mayor caudal de votos y quien se mantuvo durante más de 20 años como legislador pero en una entrevista en 1999 expresó que el congreso debía cerrar ya que no servía para nada, cuenta con el apoyo de las autoridades israelíes. Osias Wurman, cónsul honorario de Israel en Rio de Janeiro expresó que Bolsonaro se destaca de otros candidatos por incluir al estado de Israel en sus principales discursos. Como consecuencia de esta alianza, Bolsonaro expresó “Mi primer viaje como presidente será a Israel”. Asimismo, triunfó en el balotaje en Israel con un 80% de votos frente al otro candidato Hadad. En forma similar a las críticas por el apoyo de Netanyahu a las extremas derechas europeas, el costo de la coalición con el candidato fascista brasilero es alto. Al referirse a este, el líder del grupo supremacista blanco Ku Klux Klan, David Dukem expresó:”Él suena como nosotros y también es un candidato muy fuerte” a lo que continuó “él es completamente un descendiente de europeostiene la apariencia de cualquier hombre blanco en Estados Unidos, Portugal, España, Alemania o Francia y está hablando sobre el desastre demográfico que hay en Brasil y la gran criminalidad que existe allá, en los barrios negros de Río de Janeiro”.