Por Vivian Palmbaum 

Entre el 7 y el 11 de abril se realizó en Mar del Plata la 5ta. Asamblea global del Movimiento por la Salud de los Pueblos que reunió a las y los delegados que llegaron desde distintos lugares del planeta. 

La Universidad de Ciencias Médicas de Mar del Plata fue co-anfitriona junto a las delegaciones locales y de la subregión sur del Movimiento, para recibir a quienes llegaron desde lugares tan diversos como Australia, países de África, India, Vietnam, EE.UU., Guatemala, México, El Salvador, Honduras, Costa Rica, Nicaragua, República Dominicana, Colombia, Chile, Ecuador, Brasil, Uruguay, Paraguay, entre otras,  y diferentes zonas de nuestro país.   

La asamblea se inauguró con una ceremonia ancestral pluricultural con delegadas y delegados que representaron a todos los pueblos del mundo, que invocaron a nuestros ancestros y ancestras junto a las semillas de nuestras diversas tierras allí presentes. 

Palestina no está sola. Algunas delegaciones, como la palestina, no lograron obtener la Visa de ingreso a nuestro país, sin embargo no fue un obstáculo para hacer una transmisión por streaming. Lo que permitió que se escuchen las voces de denuncias y resistencias, y la expresión de amplia solidaridad con el pueblo palestino y contra el genocidio a manos de Israel. 

Con Palestina se pone en evidencia que es la tierra la que confiere el sentido de identidad a los pueblos, tal como lo muestran las comunidades originarias a lo largo y ancho de nuestro planeta.¿Puede haber salud sin agua, con hambre, sin vivienda, sin servicio sanitario? “No hacen falta bombas para avanzar con el genocidio, eso lo conocemos en nuestra región donde el avance para despojarnos y lastimar a nuestra tierra no cesa”,  expresaron desde el territorio palestino. Sin la solidaridad de todos los pueblos del mundo no habrá humanidad, porque lo que les pasa a los y las palestinas nos pasa. 

El desafío para que la Asamblea se realice en esta región implicó poner en el centro los saberes ancestrales y las prácticas ligadas a la madre tierra, el tata sol y la abuela luna. “Porque es necesario repensarnos como parte de la vida. Las sabidurías ancestrales son las que nos unen con nuestras raíces, porque lo que somos depende de dónde venimos y nos guía hacia el futuro.”, expresó Tata Polo, que trajo los saberes desde Guatemala. Angela, una voz del pueblo diaguita, afirmó: “no ensucies la tierra para que quede para tus hijos”.  

“La salud es un concepto amplio, un paraguas bajo el cual se reúnen diferentes aspectos”, expuso Gianni Tognoni, epidemiólogo y director del Tribunal por la Salud de los Pueblos. ¿Cuál es la posibilidad de sobrevivencia planetaria si se va destruyendo la tierra por el afán de lucro? Nuestra salud no depende de los Estados sino de la lucha de generaciones, donde las mujeres han sido, y son, defensoras de la vida y quienes históricamente han asumido las tareas de cuidado que aun son invisibilizadas. 

En Kenia la palabra soberanía alimentaria no tiene traducción, y para hablar de ella es necesario hablar de la palabra hambre, que sí es una palabra que se puede traducir. “Nos quisieron hacer creer en un paradigma llamado seguridad alimentaria, que impusieron las corporaciones como repertorio, frente al cual el hambre no deja de avanzar”,  expresó un delegado colombiano de FIAN Internacional que,  entre otras cosas, dijo que el derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria son dos derechos resultantes de la lucha de generaciones.  Es necesario proteger nuestras prácticas que es la única manera de gozar de buena salud. En muchos países estas prácticas se han colonizado con la imposición de patrones de consumo que están lejos de las tradiciones y modos de alimentación de los pueblos. Vivian Camacho, médica y Directora  de Medicina Ancestral en Bolivia, enfatizó sobre la medicina tradicional como herramienta de resistencia de nuestros pueblos y recordó que para los pueblos quechua “cuidar del otro es cuidar de mí”. 

En la mesa temática sobre Ecofeminismo también se escucharon voces como la de Graciela Almeida del MST Brasil, que mostró cómo el consumo de agrotóxicos se duplicó en el sur de Brasil, donde por cada dólar que se gasta en agrotóxicos el Estado gasta U$ 1,30 en asistencia. En tanto por cada caso notificado, son cinco o más los casos que no se notifican. En Bangladesh hay un movimiento de pequeñas agricultoras que agrupa a unas 300.000 mujeres que cultivan la tierra de manera tradicional. ellas  producen todo lo que consumen, y se ven presionadas por las corporaciones porque las semillas están en el centro de las disputas. 

Como parte de otro de los paneles, el médico Damián Verzeñassi, titular de la Cátedra de Salud Socioambiental de la Universidad de Rosario, advirtió que -en América Latina y en el resto del mundo-, “en estos tiempos de crisis civilizatoria es necesario advertir que hay una Tierra que hemos enfermado, con una crisis climática que está sostenida por discursos extractivistas, y tenemos que desnudar la falacia de que se puede estar sanos en territorios enfermos”. 

Asimismo, en el taller de género coodinado por Sarojini, investigadora hindu de la organización feminista  SAMA, las participantes coincidieron en afirmar que  hay una avanzada conservadora para disputar los logros de las mujeres, para reconquistar el dominio sobre sus cuerpos y para socavar su derecho a decidir. Las diferentes formas de violencia  están en el centro de los padecimientos que sufren los feminismos, junto al creciente desfinanciamiento de  políticas públicas, como en Argentina, lo que implica el retroceso de derechos conquistados y un avance de los fascismos. 

Por su parte, en otra de las mesas,  Claudia Korol, coordinadora de Feministas de Abya Yala, distinguió a los feminismos populares y revolucionarios con una trama anticapitalista, antipatriarcal y anticolonial para no reproducir modos de dominación que ejercen violencia sobre los cuerpos de mujeres, lesbianas, travestis,  trans y no binaries que se diferencian de los feminismos eurocéntricos que se insertan en las lógicas capitalistas, que piensan que se pueden aminorar las desigualdades sin ser parte de la lucha de los pueblos y sin enfrentar la idea liberal del cuidado que individualiza.   

En relación a la Justicia de Género, la mamá de Lucía Perez,  afirmó que la violencia sobre el cuerpo de las mujeres ha tomado formas extremas, como la colonización de los cuerpos por la trata y el narcotráfico, y compartió las dificultades y obstáculos frente a una justicia corporativa y patriarcal. 

Vanessa Dourado, miembro de Attac Argentina, y representante por el Ecosocialismo y el Ecofeminismo,  propuso que los diálogos y las luchas por la descolonización  necesitan ser interseccionales e internacionalistas “para cambiarlo todo”, con una posición ética que ponga la vida en el centro. En el mismo panel también María Ines Dávalos, de la organización ANAMURI de Paraguay, relató que las comunidades indígenas tienen tierras comunitarias que son amplias, y están en el foco de las políticas de desalojo, al tiempo que las corporaciones avanzan para colonizar sus prácticas e imponer la semilla transgénica, en lo que llaman una “guerra por las semillas”. Tampoco estuvo ausente la voz de las mujeres que luchan contra el extractivismo y por el agua.  Griselda, de la Asamblea por un Mar Libre de Petroleras y parte de la Campaña Fuera Mekorot, expuso que esta corporación es el brazo del Estado de Israel contra el pueblo palestino para el despojo hídrico, porque el manejo del agua es la herramienta de expulsión y de apartheid.

Las mesas de diálogo, de testimonio de experiencias y resistencias se multiplicaron a lo largo de cinco días, con traducciones simultáneas e intérpretes para facilitar que las voces sean escuchadas. Aún la salud de los pueblos continúa siendo una utopía mientras la desigualdad continúe avanzando. Con un Llamado a la Acción (https://phmovement.org/now-time-action) y una marcha encabezada por la bandera que bordaron a mano las compañeras, finalizó la Asamblea. Queda pendiente una nueva asamblea global que se realizará en Marruecos en una fecha aún no definida.