Opinión – @GRBolten

La masculinidad hegemónica es la que resalta los cánones y estereotipos de lo que la cultura patriarcal espera de un varón cis (cuando su género coincide con el asignado al nacer) en función de los roles dados al género. Entre varias de las características que se podrían listar, vamos a mencionar algunos deberes que tiene que tener el varón: ser fuerte, rudo y reprimir su sensibilidad. Estas características se deben validar frente a otros varones.

Resulta urgente que los varones modifiquemos nuestras prácticas machistas habituales. El asesinato de Fernando Baez por parte de 10 varones hegemónicos se da en una combinación de  violencia intragénero, machista y clasista. Sobre la violencia intragénero  —según la Dirección de Estadística e Información de Salud (DEIS)— en el 2018 hubo 1361 varones asesinados por agresiones.

Machista porque la violencia es parte constitutiva del sostenimiento de los roles de género. Las violencias como disciplinamiento a todo lo que se aparte de lo blanco, heterosexual o que no obedezca a los mandatos establecidos; constituyendo cuerpos sin derechos con la complicidad de la hermandad machista.

El asesinato es clasista, varones blancos de zona norte hiperprivilegiados actuando con impunidad, creyéndose al margen de cualquier responsabilidad en un hecho punitivo. Fernando, hijo de una familia migrante, no pertenecía a la cofradía adinerada rugbier, para ellos Fernando es le otre y como tal, una existencia sin derecho. La historia de la justicia los avala; hay reiterados casos de varones hegemónicos asesinando en manada sin consecuencias para ellos.

El tiempo de cobertura de los medios de comunicación al asesinato de Fernando no deja de sorprender. Pareciera que ahora los medios hegemónicos han descubierto la violencia de varones hegemónicos. Los femicidios, transvesticidios y travesticidios tienen poca difusión o en muchos casos no son cubiertos por los medios masivos así como tampoco se observa esta indignación generalizada. Hay existencias que importan menos que otras.

Los 10 asesinos de Fernando acusaron a otro varón como partícipe del mismo, quien no tenía responsabilidad alguna; los medios de comunicación difundieron imágenes  y su nombre. Las personas, frente a la indignación que generó este asesinato, a través de redes sociales replicaron la imagen de quien no era parte de la cofradía asesina. El punitivismo y escrache tienen un alcance que no necesariamente pueda ser efectivo y es un llamado de atención; estas acciones nos indican que los varones no hicimos efectivo una modificación de nuestras prácticas, el escrache llega cuando se ve la punta del iceberg, cuando se cometió un asesinato o una violación. Asimismo, culpabilizar a la juventud y consumos problemáticos es la forma de excusarnos y buscar culpables por fuera del heteropatriarcado. Asimismo, es fundamental desterrar la cultura de la violación; muchas personas se expresaron  en redes sociales alentando abusos a los asesinos de Fernando en lugares de encierro. Esto es parte del patriarcado: la violación como disciplinamiento social a partir de un supuesto poder del falo.

Que otros varones no tengamos estas formas no quiere decir que estemos indemnes frente a las prácticas habituales machistas; debería ser una reafirmación para identificar ese varón en nosotros a desterrar. El patriarcado es un sistema basado en los privilegios, sostenido por el odio y la opresión; ¿cuáles de estas formas tenemos? Es momento y urge que hablemos.