EDITORIAL

El incremento de las instituciones religiosas neopentecostales en el mundo llama la atención, sobre todo cuando pensamos en cómo  actúan en el tejido social.

El neopentecostalismo –o tercera onda del  pentecostalismo– se consolidó entre los años de 70 y 80. Es una derivación del pentecostalismo clásico que surgió en el año 1900 en Kansas, Estados Unidos. En América Latina, el movimiento ganó fuerza a partir de la creación de la Iglesia Universal del Reino de Dios (1977).

Foto: Templo Macedo

Estas instituciones ya cuentan con 19.000 denominaciones y poseen 295 millones de seguidores en todo el mundo. Sus formas de actuar son caracterizadas por la evangelización en masa a través de canales de televisión, radios, periódicos, sitios en internet y literatura enfocada en la difusión de la doctrina y adhesión de nuevos miembros. Muchas de ellas son dueñas de canales de televisión, editoras y grabadoras de material artístico de cuño evangelizador.

Criticados por su rechazo a la educación teológica, ya que hacen una interpretación individual y aislada de las escrituras bíblicas basadas en la experiencia personal de sus líderes, estos  movimientos combinan apelo emocional, técnica neurolingüística la cual llaman de Confesión Positiva, pensamiento mágico y utilización de tótems –habitualmente comercializados en las iglesias– como una forma de ligar a los fieles con el mundo espiritual: sal, agua, oleo, etc. Muchos de los símbolos y también rituales son los mismos utilizados en rituales religiosos africanos, no obstante, estos movimientos demonizan las religiones de matriz africana.

Las iglesias neopentecostales utilizan la situación concreta de las personas para dar respuestas que les puedan servir de aliento dentro del sistema vigente, lo valida y también lo reproduce y mantiene.  La Teología de la Prosperidad trae una perspectiva meritocrática donde la condición social de las personas es resultado de sus propios méritos. Lxs fieles son llevadxs a ignorar los acontecimientos políticos y sociales del mundo y creen que son las fuerzas sobrenaturales las que actúan en la realidad a partir del grado de sacrificio conferido a la construcción de la fuente liberadora de los males, o sea, las propias instituciones religiosas. Estos sacrificios son, en mayoría, financieros y generan una relación de poder, sumisión y dependencia. El grado de alienación llega a tal grado que lxs fieles rechazan a la ciencia y son prohibidxs de buscar ayuda médica en caso de enfermedades como forma de honrar al poder curativo de la fe. Los casos de depresión son curados con técnicas de descargo, muchas veces violentas, que buscan sacar lo que sería un supuesto “poder maligno” que se apoderaría de la mente de las personas, consecuencia de su poca fe.

Esta doctrina también es un pilar de sostén de un proyecto que no solo es ganancioso sino que también político. La banca evangelista en el parlamento brasileño ocupa 87 cargos, entre diputados y senadores. Estos parlamentares actúan activamente contra la descriminalización del aborto, el matrimonio igualitario, de las leyes contra la homofobia, apoyan la baja de la edad de imputabilidad penal y combaten la implantación de debates acerca del concepto de genero defendiendo el rol sumiso, servil y procreador de las mujeres cis. También buscan beneficios a través de aprobación de leyes de exención  fiscal a las iglesias, donaciones de terrenos para la construcción de templos y articulación para concesiones de redes de radio y televisión. En el proceso de impeachment que ha destituido la presidenta electa Dilma Rousseff en 2016, el 93% de la banca evangelista votó en  favor del golpe institucional. Asimismo, el 70% votó en favor de la reforma laboral que fue la más importante en términos de precarización y retirada de derechos de lxs trabajadorxs en la historia de Brasil. La banca evangelista votó en favor del archivamiento de las denuncias en contra el presidente ilegítimo Michel Temer por hechos de corrupción, alegando que Dios he ordenado hacerlo.

El nítido proyecto de poder llevado a cabo por sectores que utilizan la condición de precariedad, despolitización y falta de alternativas de una sociedad en profunda crisis de representatividad  nos lleva a preguntar: ¿Qué hemos construido con nuestras formas de disputar poder?

 

Fuentes:

WREGE, Rachel Silveira. AS IGREJAS NEOPENTECOSTAIS: EDUCAÇÃO E DOUTRINAÇÃO

DANTAS, Bruna Suruagy do Amaral. Religião e Política: ideologia e ação da “Bancada Evangélica” na Câmara Federal